La ciudad que hoy conocemos como Viña del Mar fue fundada en el siglo XIX por José Francisco Vergara, quien heredó las haciendas unificadas de las Siete Hermanas y la Viña del Mar. Éstas eran propiedad del comerciante portugués avecindado en Chile Francisco Alvares, abuelo de Mercedes Alvares, con quien Vergara contrajo matrimonio.
Junto a un equipo de ingenieros, Vergara confeccionó un plano de urbanización que fue aprobado por decreto del intendente de Valparaíso, Francisco Echaurren, en 1874. E incluso antes de ello, las empresas empezaron a asentarse en el lugar: es el caso de la Compañía de Refinería de Azúcar de Viña del Mar (CRAV), que se ubicó en el barrio El Salto.
CRAV fue fundada en 1873 por empresarios e ingenieros alemanes liderados por Julio Bernstein, y transformada en sociedad anónima en 1887. La empresa creció prontamente, absorbiendo la Refinería Sudamericana de Azúcar de Penco. Pocos años más tarde, ya a inicios del siglo XX, compra los derechos de la Viña del Mar Electric Company, que iluminaba todo el sector público y residencial de la ciudad. También, en 1922 crea una división de alcoholes.
Rápidamente y desde la aparición de CRAV, más industrias comenzaron a instalarse en el sector, convirtiéndose en un motor de la economía local. Entre estas se pueden contar Benito García, que fue una fábrica de ladrillos, además de las confeccionadoras de soda cristalizada, de tejidos, velas y una compañía de gas.
Lamentablemente, varias de estas empresas han ido desapareciendo con el tiempo, como la misma CRAV, que se declaró en quiebra a finales del siglo XX, luego de su auspicioso crecimiento inicial.
No obstante esta circunstancia, el barrio El Salto se perfiló como el sector industrial por excelencia de Viña del Mar, pues para la década de 1950 se constituyó la Asociación de Industriales de Valparaíso y Aconcagua (ASIVA), que aún mantiene su sede allí.
En otras palabras, muchas empresas reconocieron y reconocen el potencial de El Salto, como un barrio con las mejores condiciones para desarrollarse y crecer. En el futuro y con el tiempo, El Salto se convertirá en un ecosistema de desarrollo e innovación y que seguirá impulsando el crecimiento de Viña del Mar.