El Salto es un barrio con historia. No en balde, como lo apuntaba Benjamín Vicuña Mackenna en su libro “Crónicas Viñamarinas”, es el corazón desde el que se gestó toda Viña del Mar.
“La vida de los que nacen de huevo, como el hombre, el gallo y el congrio, comienza en el corazón, y desde allí parten gradualmente los filamentos y arterias que van formando el ser […] Y es así como materialmente se ha formado Viña del Mar, tomando su historia desde los huevos de Leda. Su yema ha sido el jardín de la estación, su albúmina la fábrica de azúcar […]”.
El barrio cuenta en su haber el hito de la primera calle pavimentada del país, el hecho ocurrió en 1924 y se trató de El Olivar, como era conocida en esa época toda la extensión de la actual calle Limache, el eje vial principal de El Salto.
La obra estuvo a cargo de la Asociación de Automovilismo de Valparaíso, con financiamiento de sus propios socios y bajo la presidencia de Carlos Barroilhet Budge, según cuenta Alfredo Larreta Lavín, en su crónica “El Salto: de barrio a ciudad empresarial”.
Para honrar esta primera pavimentación vial, que vino a facilitar las actividades de esta agrupación de conductores, la misma instaló el primer monolito del barrio. Sin embargo, con la construcción del empalme de la vía Las Palmas, este monumento fue retirado.